FICHA CATALOGRÁFICA
70. Serie de seis recortes de personajes.
3) Busto de Rousseau por Jean-Antoine Houdon.
[Al pie: "Houdon. Buste de J. J. Rousseau, face (Terre cuite. Collection [...]". Al reverso: "Faux masque de J. J. Rousseau..."]
NOTA
En la obra de José Juan Tablada existen escasas referencias al escultor francés Jean-Antoine Houdon. Sobre Rousseau tampoco son muy abundantes, a no ser las que mencionan la figura del buen salvaje y el regreso a la naturaleza. Lo más probable es que Tablada haya conservado este recorte por los recuerdos de sus dos viajes a París y por su formación próxima a la cultura francesa. A propósito de ésta, el escritor cuenta en La feria de la vida una anécdota:
Ya he dicho que en mi juventud las influencias de Francia sobre nuestra patria estaban aún vivas y por todas partes derramaban sus virtudes. El refinamiento y la especial civilité del pueblo francés, se habían infiltrado fácilmente en nuestra idiosincracia donde algo perduraba del espíritu caballeresco español y del carácter reverencial y ceremonioso del indio.A principios del siglo XX, en el círculo social de Tablada era común que se hablara en francés. De hecho, el poeta conoció a su segunda esposa dándole clases de este idioma.
En México como en Rusia, Francia suavizó muchas rudezas y atenuó muchas barbaries, envolviéndolas en las suaves formas de su cortesanía y de su savoir faire.
Recuerdo esa influencia reflejada en mi padre cuando conversaba con sus amigos, particularmente con aquel don Juan Chávez Galván, el hombre más varonilmente hermoso que he conocido, con el exterior y las maneras llenas de la ingénita grandeza de un conde de Montecristo y la psicología de un personaje de Balzac.
Aquellos hombres, refinado producto de la clásica cultura francesa, hablaban de la Francia de su juventud como podría hablar un parisiense, con igual sentido de las proporciones, con idéntico esprit adonde, paradójicamente, al sentimentalismo de Lamartine, a la cristiana frescura de Chateaubriand, se unía en proporción mínima el escepticismo volteriano.
Sus conversaciones sobre Francia y las cosas de Francia, hacen aún, no obstante los años, perdurar un encanto en mis recuerdos.
Hablaban, como perfectos iniciados, de aquel París del segundo Imperio, que de una vez para siempre moldeó sus espíritus con normas de gusto depurado y refinamiento intransigente [p. 148].
Jean-Antoine Houdon nació en Versalles en 1741 y murió el 16 de julio de 1828. Fue un escultor de gran prestigio durante el siglo XVIII. Antes de cumplir 20 años, obtuvo reconocimiento por la escultura Morpheus, que envió al Salón de 1771, y logró que se le hiciera miembro de la Academia. En esos años comenzó la serie de bustos de personajes de la nobleza, entre los que se puede mencionar al príncipe Henry de Prusia, Catalina II de Rusia, la actriz Sophie Arnould (representando a Ifigenia), etc. En 1778, el escultor se enteró de la muerte de Rousseau y viajó a Ermenonville para tomar una máscara mortuoria del pensador. Con ella modeló la cabeza que se encuentra en el Museo del Louvre. En 1785, Houdon partió hacia Estados Unidos. Durante su estancia produjo divesas obras que en la actualidad se encuentran en Washington, Virginia, Nueva York y Filadelfia. De regreso a Francia, se vio envuelto en la Revolución, en la que casi pierde la vida al ser denunciado. Su última obra fue la cabeza de la emperatriz Joséphine.
En este Archivo se conserva otro recorte de un busto de Rousseau realizado por Houdon.
AEHM