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FICHA CATALOGRÁFICA
97. Serie de 16 caricaturas. Fuentes no identificadas, periódicos y revistas.
9) Guillermo Jiménez visto por el pintor Roberto Montenegro.
Roberto Montenegro.
Dibujo.
[Dibujo firmado "Montenegro MCMXXVI". Al pie del dibujo: "Guillermo Jiménez / Visto por el pintor Roberto Montenegro". Texto en el margen der.: "Guillermo Jiménez y la crítica francesa", firmado por Jean Cassou.]
NOTA
Guillermo Jiménez nació en Zapotlán, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco, el 9 de marzo de 1891, y murió en la ciudad de México, el 13 de marzo de 1967. Estudió en el Seminario Conciliar de Guadalajara, ciudad donde comenzó a publicar en diarios y revistas de la entidad. Más tarde, en la ciudad de México, colaboró en la revista Vida Moderna con sus "Crónicas frívolas". En 1919 formó parte de la Legación de México en Madrid y, en los años treinta, fue jefe de la Sección de Bibliografía y Propaganda de la Secretaría de Educación Pública. Fue director general de Cinematografía, durante el sexenio de Miguel Alemán, y embajador de México en Austria (1953-1959). En 1933 fundó la revista Número, de corta existencia, que concibió como un índice de preferencias literarias y punto de encuentro con sus amigos mexicanos y extranjeros. Por esos años tuvo a su cargo la sección "Al margen de los libros" de Revistas de Revistas y fue director de El Libro y el Pueblo. Recibió varias distinciones: la Gran Cruz del gobierno de Austria; las Palmas Académicas de Francia, por su trabajo sobre Balzac; la Medalla José María Vigil (1956), del gobierno de Jalisco, y un reconocimiento del Ayuntamiento de Zapotlán por sus aportaciones a la difusión de la cultura jalisciense. Guillermo Jiménez escribió los libros de cuentos Almas inquietas (1915), Del pasado, prólogo de Enrique González Martínez (1916), La de los ojos oblicuos. Emociones (1918), La canción de la lluvia (1920), Constanza (1921), La ventana abierta, prólogo de Enrique Gómez Carrillo (1922) y Cuaderno de notas (1929); los ensayos Amado Nervo y la crítica literaria, noticia biográfica de José María González de Mendoza (1919), Fichas para la historia de la pintura en México (1937) y Balzac (1950); así como los libros de crónicas Zapotlán (1940), Danzas de México (ca. 1948) (Cf. Diccionario de escritores mexicanos, t. IV, p. 206).
Tablada mantuvo con Guillermo Jiménez una amistad que perduró a lo largo de muchos años. En una de sus crónicas, el poeta recuerda agradecido que Jiménez fue una de las pocas personas que lo recibieron con amabilidad cuando, en 1918, regresó de su exilio en Estados Unidos. Menciona que Jiménez publicó un artículo en la revista Mefistófeles –donde se inició como escritor el abate González de Mendoza, otro de sus grandes amigos– que llevaba el título "Los perros ladran. En defensa de José Juan Tablada". Tablada describe la situación así:Sucedió que durante mi permanencia en Estados Unidos algunos acedos malquerientes me perdieron de vista y no se dieron cuenta de mis trabajos, sin duda porque muchos de ellos fueron escritos en la lengua de aquel país. Y les sucedió lo que al Menelao de Paul Claudel, que tomaba como insulto personal todo aquello que no entendía. Eso bastó para que como generosa bienvenida a quien regresaba a su patria después de trabajar por ella y sufrir como en el exilio se sufre, pretendieran molestarlo de cuantas maneras imaginaron, hasta por motivos políticos (!)...Siguiendo esta misma tónica, en La feria de la vida Tablada condena los injustos ataques sufridos en el gremio literario por él y por otros escritores como Manuel Puga y Acal. Menciona la Antología de jóvenes poetas mexicanos (1920), "formada no por criticoides, sino por artistas de la talla de Ventura García Calderón, Alfonso Reyes, José D. Frías y Guillermo Jiménez que la prologa bella y sutilmente", y cita las palabras de su amigo: "las novísimas tendencias del poeta José Juan Tablada (nacido en 1871) le dan cabida en esta edición de poetas jóvenes" (p. 138).
Por fortuna, su imaginación, tan misérrima como sus móviles, fue absolutamente inferior al valiente donaire con que Guillermo Jiménez rebatió sus soflamas y sofocó el afónico gañir... [Excélsior, 27 de enero de 1941].
En 1919, cuando ambos residían en Nueva York, Tablada consideró a Jiménez como uno de los cronistas jóvenes más importantes de México. En un artículo publicado en El Universal Ilustrado, el poeta lo califica como "vivaz cronista, autor de ciertos admirables croquis de su terruño jalisciense, verdaderos jaikais en prosa, y con eso digo que son felices síntesis de vida nerviosa y emoción exúbera..." (17 de enero de 1919). También, al comentar el libro Amado Nervo y la crítica literaria (1919) –prologado por Jiménez y con "Noticia biográfica" del abate González de Mendoza– en su artículo "Amado Nervo y su capilla ardiente I" (El Universal, Caracas, 2 de noviembre de 1919), Tablada se refiere a Jiménez como "cronista y cuentista de la joven generación".
No es de extrañar que Roberto Montenegro haya realizado el dibujo que ilustra este pequeño comentario del libro Constanza (1921), escrito por Jean Cassou para la Revue de l'Amérique Latin. Tablada, amigo de ambos, estaba familiarizado con esta publicación o tenía conocidos en ella, pues cita, en el mismo pasaje de La feria en que menciona el prólogo a la Antología de jóvenes poetas mexicanos, un comentario sobre sí mismo que fue publicado por la Revue y que complementa su justificada inclusión en la antología: "Malgré ses cinquante ans il est le premier de nos jeunes poétes". Por otra parte, Montenegro, jaliscience como Jiménez, colaboró en la Revista Moderna de México –por recomendación inicial de su primo Amado Nervo– e ilustró con portadas y viñetas libros como Ciudad (1921), de José de Jesús Núñez y Domínguez, El alma nueva de las cosas viejas (1921), de Alfonso Cravioto, y Radio (1924), de Luis Quintanilla, entre muchos más, lo cual indica su intensa colaboración con el medio literario. No está de más también señalar que Montenegro escribió algunos poemas y cuentos que ilustraba con sus propios dibujos.
Tablada conoció a Montenegro, antes de que el poeta se integrara al taller de Fabrés, el 14 de enero de 1905, pues al principio de su Diario, en la entrada correspondiente al 19 de marzo de 1904, aparece el siguiente comentario: "Montenegro que vino a comer conmigo me regaló el precioso pastel La tarde, que tanto me había gustado expuesto en la casa Pellandini" (Obras IV, pp. 52 y 31). Incluso puede que lo haya conocido antes, en sus viajes a Guadalajara, ya que rememora y describe el atelier de Félix Bernardelli en esa ciudad, en su columna "Notas de la Semana" de El Imparcial (23 de octubre de 1897), taller al que perteneció Montenegro. En este Archivo, se encuentra la imagen El lobo, de Montenegro, la cual forma parte de la carpeta de 20 diseños editada en París, en 1910, por la Société Général d'Impresion.
JESC/RMS