caían en lluvia
inflamada... A su ímpetu
también, volaban los tizones encendidos, como botafuegos o faláricas;
rayando el cielo nocturno con roja trayectoria, y chirriando al clavarse
en el agua tenebrosa de los dormidos canales...
Uno de los leños cayó
sobre la gran puerta del yashiki de Edzu; levantó flama bajo
el follaje de las criptomerias del parque, pero al punto mismo fue apagado
por la turba de guardias, lacayos y espoliques apercibidos para el caso.
Varios incidentes se produjeron;
tres ladronzuelos fueron aprehendidos a punto de arrebatar objetos de precio,
socapa de salvarlos. Un misterio de amor se reveló, cuando los bomberos,
apostados cerca de "Daikoku ten", impidieron el paso de una suntuosa
litera, lacada de oro y negro, que pretendía avanzar. Los portadores
argumentaban y gesticulaban en vano, y por fin entre el tumulto, tras de
un parloteo de airadas voces femeninas, tres formas envueltas en gasas
de ensueño, fluidas como agua, fosforescentes como el mar nocturno,
descendieron nerviosamente de la silla de manos. Dos formas pueriles y
un ser del otro mundo; dos niñas y un espectro cuyo rostro momificado,
de ojos glaucos y sanguinolentos, parecía el de un cadáver
acabado de desenterrar!...
Los policías más
cercanos retrocedieron; una comadre huyó gritando despavorida, ante
aquella larva sepulcral que no hedía, sino al contrario, exhalaba
aromas de sándalo y almizcle... Tras de la repentina sorpresa,
el inquietante misterio se aclaró.
Tratábase de una gueisha
sorprendida por el incendio en medio de una velada de amor, en la casa