No es pues creíble que en otra época de su vida, que no fuera
la de sus comienzos, tuviera Hiroshigué el devaneo de tratar asuntos
en absoluto ajenos a su genio, como son los que vamos a señalar.
Conservo en mi colección cinco estampas pertenecientes a dos series,
que no encuentro mencionadas en ninguno de los catálogos iconográficos
de Hiroshigué. El asunto de todas esas estampas es la figura humana,
y las dos de la serie titulada: Kokura ñisé hiakunin e oshiu.
(Notables pinturas de los Fantasmas Crepusculares de la Poesía)
son representaciones mujeriles.
Una de ellas, figura a una mujer suntuosamente vestida de brocado y tocada
con un manto de blanco damasco que su diestra levanta. La dama se yergue
junto al barandal de un puente con cierto aspecto misterioso y furtivo,
mientras atento a ella y desde la lejanía, se acerca en brioso palafrén
un caballero, cuya negra túnica luce las armas de Watanabé.
En efecto, junto a la mujer un pequeño letrero dice: "Fantasma de
lwa sangui" y otro junto al caballero: "Watanabé el esforzado".
Y glosando la poesía que inspiró la estampa, una leyenda
explica cómo Watanabé, tras de larga jornada, vio a la media
noche aparecer a una hermosa mujer, junto a un puente cubierto de nieve,
y cómo pasó de largo ante la aparición fascinadora,
persuadido de que era una "mujer kitsuné"...31