Cual por materna luz convexo faro
imanta el ojo que investiga puerto
la campana incrustó su anzuelo claro
en mi latido de un amor despierto.
Presa enredada, pero sensitiva,
robé un nuevo miraje a mi desierto.
Mi alma, en oración, era la ojiva,
la palmera columna, el Canto Llano,
y ante el altar mayor la llama viva.
¡Noche de Navidad en un cristiano
templo que oyó rezar al Florentino,
tu recuerdo es anillo de mi mano:
misa nocturna de San Severino,
en la que ardieron como sacro aceite
mi dolor sin virtud, mi amor sin trino
y la ceniza en flor de mi deleite!
de In principio erat Verbum... El instinto
que Tomás dijo de Sabiduría,
entre la noche fue de aurora tinto.
Y la negrura del misterio día
fue para el corazón, niño de coro
que en amarguras de varón latía.
¡Noche de Navidad bajo el tesoro
procesional de las constelaciones!
-Gloria in Excelsis... paz... - yo rememoro
a lo largo de mis navegaciones
buscando una alegría cual la tuya,
inútilmente: todas mis canciones
se olvidan alabándote ¡Alleluia!...
París, 25 de Diciembre de MCMXXIII